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La historia del niño Pedro Antonio Centurión, reclutado forzosamente para prestar el servicio militar obligatorio

“No todo el dinero del mundo te devuelve un pariente. Pero la CIDH realmente funcionó bien para nuestra familia”, dice el hermano Edgar
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Pedro Antonio Centurión

Al regresar del mercado en la ciudad de Luque, Paraguay, Semproniana Centurión no pudo encontrar a su hijo Pedro Antonio. Le preguntó a sus vecinos por él, y luego se enteró de que mientras ella no estaba, los militares habían ido a la casa de la familia y se llevaron al niño, de solo 13 años, para servir en el ejército.

"Estaba muy preocupada, todavía era un niño pequeño, estaba en la escuela", dice Semproniana. Ella fue al cuartel al mismo tiempo para tratar de recuperar a su hijo, pero no lo entregaron. Intentó otras tres veces a la semana, sin resultado.

“Dije que Pedro tenía solo 13 años, pero contestaron que ya tenía el tamaño para ser soldado. También advertí que mi hijo era argentino y no paraguayo, y respondieron que esto no sería un problema porque falsificarían los documentos. No tuve más remedio que ir a casa sola”.

Con primos al servicio del ejército, Pedro Antonio también quería ser soldado. Pero la realidad de los barracones no era lo que él imaginaba. Habría sido maltratado y pasado hambre. Huyó una vez, pero lo encontraron a 40 km del cuartel y tuvo que regresar al servicio militar.

Un hermano menor, Edgar tenía 12 años y estaba en la fiesta de cumpleaños de un vecino cuando supo que supuestamente Pedro había resultado herido. Era septiembre de 2000.

"Solo nos dijeron que estaba en la morgue"

“Llegaron dos militares, estábamos a una cuadra de casa. En ese momento fuimos al hospital del cuartel. Cuando llegamos, solo nos dijeron que estaba en la morgue. Mi madre se desmayó de inmediato. No sabía qué era una morgue y no entendía por qué se enfermó. Entonces entendí que mi hermano estaba muerto ”, dice Edgar.

“El servicio militar siempre ha sido tabú en Paraguay porque hubo varios crímenes que quedaron sin respuesta, las personas desaparecieron. Era una rutina en el ejército reclutar nuevos ".

Semproniana dice que no querían entregar el cuerpo sin una autopsia. Pero ante su insistencia, aceptaron y la familia se llevó el cadáver la misma noche.

El ataúd que recibieron para transportar al hijo muerto se estaba desmoronando y por eso los vecinos de la comunidad se reunieron para comprar uno mejor. "Decidimos quemar el viejo ataúd en medio de la calle en protesta por la humillación que nos hicieron pasar", dice Edgar.

En el funeral, una lluvia incesante hizo que el cuerpo permaneciera aislado durante 3 días sin poder enterrarlo en el cementerio.

Más tarde, expertos de Argentina desenterraron el cuerpo para realizar la autopsia. Resultó que Pedro recibió un disparo de 9 mm en la cabeza. "Querían convencerme de que se había suicidado por una niña", dice Semproniana. “Todo cambió después de su muerte, ya nada fue igual. Yo entré en una gran depresión.”.

"No todo el dinero del mundo te devuelve un pariente"

El 21 de junio de 2005, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos recibió una petición presentada por la Asociación de Familiares Víctimas del Servicio Militar en la cual se alegaba la responsabilidad internacional de Paraguay en perjuicio del niño Pedro Antonio Centurión, por las violaciones del derecho a la vida, integridad personal, prohibición de la esclavitud y servidumbre, libertad personal, garantías judiciales, derechos del niño y protección judicial de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

El 16 de enero de 2017, los familiares de la víctima indicaron que asumirían directamente su representación en el caso en trámite ante la CIDH. Los peticionarios alegaron que el niño Pedro Antonio Centurión, de nacionalidad argentina, quien tenía 13 años de edad al momento de los hechos, habría sido reclutado forzosamente para cumplir con el servicio militar obligatorio y habría muerto en “extrañas circunstancias” en el interior del Destacamento Militar de Caballería “Vista Alegre”.

Asimismo, indicaron que pese a las denuncias interpuestas, el Estado paraguayo no habría investigado los hechos sucedidos, y que el caso habría sido archivado en el año 2001. En relación a las investigaciones adelantadas ante la jurisdicción militar, los peticionarios expusieron que tampoco se habría establecido responsabilidad alguna, ni se habrían esclarecido los hechos que culminaron con la muerte del niño. Adicionalmente, los peticionarios alegaron que funcionarios estatales habrían falsificado el documento de identidad del niño Pedro Antonio Centurión para que apareciera como ciudadano paraguayo con edad apta para prestar el servicio.  

El 5 de agosto de 2011, las partes suscribieron un acuerdo de solución amistosa, en el cual se incluyeron distintas medidas para la reparación integral de los familiares de Pedro Antonio Centurión. En ese sentido,  se destaca positivamente como impactos de este acuerdo de solución amistosa, el que el Estado paraguayo haya aceptado la responsabilidad del caso y haya ofrecido disculpas públicas a la familia. También se construyó un monolito en el cuartel donde Pedro fue asesinado en honor a él y la calle donde viven sus abuelos recibió el nombre de Pedro Antonio Centurión. Además, Semproniana recibió una indemnización y una vivienda. “Lo que aún falta es la documentación de la casa que nos entregaron”, dice Edgar.

En cuanto al balance del proceso de solución amistosa y sus avances y retos, Edgar indicó que “a nivel nacional, nunca tuvimos ningún resultado. Nunca supimos quién mató a mi hermano. No todo el dinero del mundo te devuelve un pariente. Pero la Comisión realmente funcionó bien para nuestra familia. El año pasado fue una experiencia muy gratificante para mí, viajé a los Estados Unidos para la reunión con la CIDH, fue muy lindo participar en las actividades. La ayuda fue muy valiosa”.

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